En las últimas décadas nos
estamos enfrentando a una crisis de valores y, además, se han deteriorado las
relaciones humanas y el comportamiento ético, debido a la notoria subversión de
valores que se observa en el diario comportamiento social el individuo.
Se han instalado en nuestro
medio, como un común denominador, conductas antisociales, insolidarias,
deshumanizadas. Pasiones como el egoísmo, odio, resentimiento, violencia y
actitudes de indiferencia ante el sufrimiento del prójimo y la injusticia,
deben ser revertidas con la mayor urgencia.
Como dice un sabio filósofo: "Los valores humanos están contenidos en cada célula del cuerpo humano; sino, no podrían ser humanos". Sólo resta rescatarlos y ese es el mayor desafío de este momento.
El hombre y su conciencia. Sólo el ser humano tiene
conciencia moral porque sólo él tiene conciencia de sí mismo, de valorizarse y
poder juzgar su conducta.
Es importante utilizarla como una brújula: nos
aportaría la capacidad de reconocer el modo en que nuestras acciones son
correctas y la de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de
decisiones.
Como dice un sabio guía espiritual, "la conciencia es vuestro amo y vuestra guía". El hombre está realizando hazañas increíbles y logrando, con la ayuda de la ciencia y la tecnología, descubrir e inventar cosas que no son accesibles para el común de los hombres. Pero, después de adquirir todas estas fuerzas y habilidades, no tiene la sabiduría necesaria para utilizarlas convenientemente, por lo que sería saludable seguir estas cuatro directivas: sigan al maestro que es vuestra conciencia, enfrenten el mal, luchen hasta el final y terminen el juego aplicando valores.
Pero no todo está perdido en nuestra sociedad. Hay
gente de gran valía, sabios, pensadores, filósofos, docentes e instituciones
que permanentemente, con gran esfuerzo y dedicación, vienen marcando rumbos,
señalando el Norte, para que quienes lo perdieron puedan reencontrar el sendero
del bien, de la rectitud, del amor, etcétera.
Dicho sea de paso, es necesario que en la educación pública se incorporen, como enseñanza preferencial, las virtudes y los valores que transforman la mente y el corazón de las personas.
Dicho sea de paso, es necesario que en la educación pública se incorporen, como enseñanza preferencial, las virtudes y los valores que transforman la mente y el corazón de las personas.